viernes, 16 de mayo de 2008

Entrevista en Crítica Teatral, por Gabriel Peralta

Reportaje a Maximiliano de la Puente

Maximiliano de la Puente es actor, dramaturgo y director. Como actor participó en El viaje de Mirna y Candy (ambas con dirección de Matías Feldman) y Bizarra (dirección de Rafael Spregelburd), escribió, dirigió y actuó en Yace al caer la tarde, y escribió y dirigió Hecho para la ocasión. Actualmente expone su triple rol (actuación-dirección-dramaturgo) en la muy buena obra Diagnostico: Rotulismo, que se ofrece todos los miércoles en Ciudad Cultural Konex.

CRITICA TEATRAL: -¿Por qué te inclinaste por el teatro y cuales fueron tus profesores?
MAXIMILIANO DE LA PUENTE: -Mi inclinación por el teatro fue algo que se fue imponiendo de manera casi accidental y en algún punto, inconsciente. Se convirtió en una vía para canalizar inquietudes personales que no lograban canalizarse por otras vías. Ingresé al teatro desde el lugar de la actuación. Mis primeros talleres de actuación fueron en el Centro Cultural Rojas, a principios de los noventa. Allí estudié con Miguel Pittier y Gabriel Correa. En cierto momento, sentí que necesitaba volcarme al campo de la escritura teatral. Comencé a estudiar entonces con el dramaturgo y director Marcelo Bertuccio. Participé durante cuatro años de distintos talleres coordinados por él: la mayoría de escritura dramática, otros dedicados al análisis de textos dramáticos de Sófocles, Henrik Ibsen, Samuel Beckett, Heiner Müller, Bertolt Brecht, entre otros autores.
Paralelamente me sumé a un seminario que estaba dictando Rafael Spregelburd, “El actor como productor de sentido”. Con él participé como actor de sus obras Fractal y Bizarra, una saga argentina.
En el campo de la puesta en escena, reconozco como una influencia muy importante los dos años que estudié con Rubén Szchumacher.
CT: - De los profesores que has tenido ¿me podrías decir qué te aportó cada uno?
MDLP: - Se podría decir que Miguel Pittier y Gabriel Correa me iniciaron en la actividad teatral, un mundo hasta entonces desconocido para mí. Me mostraron en sus talleres las maravillosas potencialidades que se encuentran ocultas en el trabajo del actor.
Con Marcelo Bertuccio aprendí a construir mundos ficcionales dramáticos. Él me guió hacia la especificidad de la escritura teatral: el trabajo y la preocupación por encontrar situaciones, conflictos y acciones dramáticas. En sus talleres comencé a encontrar mi voz como autor, y a poder expresarla teatralmente. Fueron muy valiosos también sus seminarios de análisis de textos, porque me dieron la posibilidad de ponerme en contacto y comprender en profundidad otras textualidades.
Las obras de Rafael Spregelburd me dieron rodaje como actor. Bizarra fue una experiencia muy particular porque exigía del actor, al realizarse de lunes a viernes durante unos pocos meses, un trabajo muy performático y de una gran inmediatez. Recuerdo también de su seminario algunos ejercicios muy interesantes que dieron origen a Fractal.
De Rubén Szchumacher me parece fundamental su profunda capacidad de análisis y reflexión sobre el hecho teatral, y su concepción del teatro como una actividad compuesta por la interacción de tres lenguajes: el literario o dramatúrgico, el visual y el sonoro, los cuales confluyen en la puesta en escena, que se organiza en un sistema coherente. Esta concepción obliga a reflexionar sobre los tres lenguajes mencionados, que intervienen en toda puesta.
CT: - ¿Cómo conjugas tus distintos roles cuando en una obra tenes a cargo la dramaturgia, la dirección y la actuación?
MDLP: -No es una tarea sencilla. Es una decisión a asumir en cada caso en particular, según el material del que se trate. Las tres experiencias que tuve hasta ahora fueron totalmente distintas: en Yace al caer la tarde, mis roles fundamentales fueron el de autor y director. Sólo en un estadio final del proyecto decidí incluirme como actor, en un papel muy menor y secundario. De todas maneras, me apoyé muchísimo en el trabajo conjunto con mis asistentes de dirección y en la grabación de los ensayos en video.
En Hecho para la ocasión –una obra realizada en el marco del homenaje que el Centro Cultural Rojas y la Embajada de Francia prepararon por el centésimo aniversario del nacimiento de Samuel Beckett- todo fue muy vertiginoso. El año y medio de preparación que me llevó ensayar Yace al caer la tarde, se contrapuso con los escasos dos meses de montaje de esta obra. Mi tarea aquí estuvo centrada fundamentalmente en la dirección y la dramaturgia: tuve que ordenar en forma de espectáculo las distintas improvisaciones, procedimientos y consignas textuales que fueron surgiendo durante los dos meses de ensayos. Este proceso fue muy rico, surgió una gran cantidad de material que provenía básicamente del universo de las obras breves de Beckett y de su cortometraje Film. El espectáculo era una reinterpretación de estos textos.
Por último, en Diagnóstico: rotulismo, la multiplicación de mis roles implicó -e implica todavía- un desafío muy importante. La tarea de dirección conjunta con Carolina Zaccagnini –y el hecho de que ambos tengamos en la obra roles actorales de gran responsabilidad- fue muy intensa. Es una obra en la que, si bien mis obligaciones desde la dramaturgia y la dirección están muy claras, me pienso básicamente como actor, e intento dar lo mejor de mí desde ese rol, comprometiéndome totalmente con el proyecto.
Por otra parte, el proceso de escritura del texto, salvo en Hecho para la ocasión, en donde éste se fue elaborando durante el propio proceso de ensayos, ha sido siempre una fase solitaria, previa a la preparación del montaje. Aunque en Yace al caer la tarde y en Diagnóstico: rotulismo, el texto ya estaba escrito desde antes del comienzo de los ensayos, hubo una instancia de reescritura importante durante el encuentro y la interacción con los actores, especialmente en mi última obra.
CT: - ¿Cómo surgió Diagnostico Rotulismo?
MDLP: - La obra surge a partir de distintas sesiones de foniatría que mantuve a lo largo de un año y medio, con una fonoaudióloga que tenía ciertas características asimilables al personaje de Gladys, que interpreta Carolina Zaccagnini. En cierto sentido, toma una experiencia real, la exagera, la deforma, la vuelve patética, risible y sumamente trágica. Tanto los pacientes como la fonoaudióloga son personajes que están tremendamente solos y por ese motivo, muy necesitados de afecto. Son personajes encerrados en su soledad. Creo que ésa es en realidad la enfermedad que padecen, que los imposibilita para interactuar en la vida diaria, el universo en común que también los une y que les permite poder vincularse entre sí.
La enfermedad, un eje que atraviesa estructuralmente a la obra, no es tanto el rotulismo –esa dolencia ambigua y desconocida, de origen lingüístico, que padecen los dos pacientes- sino que más bien se manifiesta en esta carencia de afecto de la que hablaba antes.
CT:- ¿Cuál fue el proceso de trabajo de la obra?
MDLP: - En principio, hubo un intervalo de tiempo muy prolongado entre el proceso de escritura de la obra y el del comienzo de los ensayos. El texto original de la obra estuvo terminado en diciembre de 2001. Los ensayos se iniciaron en marzo del año pasado. En febrero de 2005, el texto obtuvo el Primer Premio del concurso de obras teatrales Konex-Argentores para autores jóvenes, lo que posibilitó que la obra se montara en Ciudad Cultural Konex.
Durante los ensayos con Carolina, la obra fue puliéndose y definiéndose aún más, gracias al proceso de reescritura al que la sometimos, que fundamentalmente apuntó a condensar y resaltar netamente algunas situaciones que en el texto original aparecían quizás un tanto más diluidas.
Siento que, de mis obras, esta es en la que más hincapié se hizo en el trabajo actoral: los vínculos, las motivaciones, los deseos de los personajes fueron sumamente indagados y profundizados durante los ensayos. La incomodidad que viven y padecen los personajes, y la tensión recíproca que eso les genera, se convirtió en un elemento que fue adquiriendo mucha preponderancia durante el proceso.
CT: -¿La cercanía del público fue una elección? ¿Por qué?
MDLP: -Sí, fue claramente una decisión conciente. Ciudad Cultural Konex es un ámbito que cuenta con salas muy amplias, con capacidad para más de cien personas en casi todas sus salas. En nuestro caso, el desafío era generar un ámbito muy pequeño, íntimo, en donde la cercanía con el público fuera inmediata, para que éste se sintiera partícipe activo de la acción.
Siempre pensamos a Diagnóstico: rotulismo como una obra de primeros planos, o de planos muy cercanos, en donde el público tiene que poder captar el más mínimo gesto, las múltiples intencionalidades y movimientos microscópicos. Para lograr este fin, la cercanía del espectador con respecto a la escena es fundamental. El público tiene que sentirse adentro del consultorio de la fonoaudióloga, debe padecer la misma incomodidad que sufren los pacientes al enfrentarse a ella. Tiene que formar parte, debe ser casi un paciente más. Para lograr esta identificación público-paciente, que propone la puesta, la cercanía espacial es determinante.
Por este motivo elegimos un rincón de la sala D, la más pequeña de Konex, para el montaje de la obra.
CT: -¿Qué importancia tiene el espacio en tus trabajos? ¿Te sentís cómodo con el despojamiento?
MDLP: -El espacio es determinante para mí. Desde el principio de un proyecto, el espacio físico siempre determina la forma que asumirá la puesta en escena de un espectáculo. Esto fue muy evidente en Hecho para la ocasión, ya que la obra se llevó a cabo en la sala Biblioteca del Centro Cultural Rojas, un espacio sumamente narrativo y significante en sí mismo, una biblioteca antigua, de madera, con dos niveles. Nosotros decidimos usar el espacio todo a lo largo, con mucha profundidad y con una cercanía inmediata del público. Este es un elemento que considero muchísimo en mis puestas: me interesa que los espectadores estén lo más cerca posible de la acción, que capten los más mínimos detalles y sutilezas, porque considero que el teatro se nutre fundamentalmente de ellos. Para mí, la verdad escénica está en los detalles.
El despojamiento espacial y escenográfico lo abordé también en Yace al caer la tarde, en donde la escena estaba habitada solamente por los cuerpos de los actores. Me gusta que el actor quede a solas en la escena. Sólo se tiene a sí mismo y a su compañero, y no hay nada más. El actor está absolutamente desprotegido, lanzado al abismo. E intenta generar teatralidad desde ahí.
CT: -¿Como ves al teatro alternativo?
MDLP: -Por un lado, el teatro alternativo goza de muy buena salud: hay una cantidad enorme de espectáculos, lo que garantiza una gran variedad de estéticas, formatos, caminos de investigación disímiles y contrapuestos. El hecho de que al mismo tiempo coincidan muchos grupos haciendo obras muy diferentes entre sí, me parece muy alentador.
Por otra parte, uno de los problemas es que la producción teatral está muy centralizada en la Ciudad de Buenos Aires. Por lo que sé, en el interior se hace todo mucho más difícil, especialmente en cuanto a recursos. No hay mucho intercambio entre las producciones de Buenos Aires y las del interior del país, más allá de los esfuerzos del Instituto Nacional del Teatro.
Además el teatro alternativo circula en un ámbito muy reducido de espectadores: las entradas son cada vez más caras, lo que implica que sólo un espectro social muy limitado del público pueda acceder a ver obras. En ese sentido, me parece que desde hace mucho tiempo el teatro dejó de ser un lugar para el encuentro entre personas de grupos y ámbitos sociales heterogéneos, es decir una instancia de comunión, y creo que eso es algo que sería interesante recuperar.
CT: - ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
MDLP: . En este momento estoy participando de un festival de teatro binacional, en el que están involucradas compañías de Argentina y Chile, que se llama Espacios Comunes. Estoy realizando como actor una obra del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, con dirección de Solana Landaburu. Estamos haciendo cuatro funciones en el Teatro IFT, desde el 12 al 15 de mayo. Luego iremos a Santiago de Chile, en donde haremos tres funciones más en el Café del Teatro, durante el último fin de semana de mayo.
Por otro lado, junto con los directores Santiago Loza y Martín Flores Cárdenas, estamos comenzando a desarrollar un proyecto que se estrenará a fines de este año, o principios del año próximo. A partir de tres textos breves de cada uno, que remiten a un mismo hecho ocurrido en la Ciudad de Buenos Aires, buscamos elaborar un espectáculo que confluya en una totalidad común.

Reportaje: Gabriel Peralta para CRITICA TEATRAL

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