domingo, 11 de noviembre de 2007

Buenos Aires lado b, Irina Sternik

Nos sentamos los 20 espectadores muy, muy cerca del escenario. La sala está llena. El espacio es amplio a nuestro alrededor, pero la propuesta es estar cerca. Antes de comenzada la obra se nota que es un consultorio: hay fichas médicas, un teléfono, un escritorio rectangular y dos sillas tipo sillones.

Se escucha un “ommmmmmmm” femenino, repite un “ommmmmmmm” masculino. Se prende la luz: realismo puro, impacto. Quien haya tenido que padecer sesiones de fonoaudiología sabrá de lo que hablo. Pero esta situación es veloz, muy graciosa, una sátira de cómo se trabaja la garganta entre las cuatro paredes de un consultorio. Muchas risas. Los ejercicios vocales son casi vergonzantes para el paciente. “Repetí Me trajo Tajo tres trajes, tres trajes me trajo Tajo” le dice Gladys, la acicalada y atractiva fonoaudióloga a Leo, el paciente de diagnóstico Rotulismo.

Así transcurre la presentación de este espacio privado, en el que los roles son marcados. Gladys tiene el poder, no sólo es la profesional, tiene una presencia avasalladora y Leo, es un paciente sumiso. Está nervioso.

La obra va desplegando los encantos de la historia a poco de comenzada la sesión. Pasa algo raro. ¿Pensaste lo del beso? pregunta Gladys a su paciente en medio de la sesión. Lo personal comienza a hacerse carne en el consultorio. Se percibe que la obra es una comedia trágica, de enredos, el público está más cerca y cuando ingresa Carlos a escena, también explota.

Carlos es, en principio, un plomero que viene a arreglar un problema en el baño. Pero apenas se hace presente salta a la vista que él también ha sido paciente de Gladys. No sólo eso, también ha tenido rotulismo, también una relación con Gladys. Una señora del público estalla en carcajadas y no puede parar. Una situación que parece modificará la obra: estamos todos muy cerca y la señora no sólo no se calla, sino que le da indicaciones a los actores.

Por suerte, el show continúa y el conflicto salta a la luz. ¿Tiene cura el rotulismo? ¿Quieren curarse los pacientes? ¿Quiere curarlos la fonoaudióloga? ¿Qué es lo que sucede en este consultorio del que nadie se va?

Lo interesante de Diagnóstico Rotulismo es cómo, a pesar de tener ese realismo a flor de piel, el absurdo y lo oculto va ganando presencia. Porque de pronto, los roles se invierten. Leo, el sumiso, el paciente acosado por Gladys, ya no puede callar y explota. Domina; Gladys acata. La imponente fonoaudióloga accede a todos los pedidos de su paciente, él quiere curarse, ella tiene que prometerle el alta en un mes.

A los personajes les cuesta fluir y comunicarse. Son personas con problemas. Ellos tienen rotulismo (¿la enfermedad del designar?), ella mezcla lo personal con lo profesional. Cuando todo parece explotar, los muchachos se relajan y comienzan a pasarla bien. La literalidad del texto quedó en el comienzo y cada uno destapará su propia interpretación. Es una obra que cierra, pero que deja abiertos muchos interrogantes en el público. Porque tiene muchas miradas que hacen pensar cómo se construyen los espacios interpersonales, los roles y la palabra. Porque lo que se trata allí no es el rotulismo, sino la soledad, la incomunicación, los deseos ocultos y la cura imposible. Son 50 minutos condensados de significaciones. La obra es corta y concisa y el público, sale con diversión asegurada y algo más.

A la obra en sí (ganadora del primer concurso de obras teatrales Konex-Argentores) se le suman las talentosas actuaciones de Carolina Zaccagnini en la piel de Gladys, Maximiliano de la Puente en el rol de Leo y Gonzalo Kunca como Carlos.

La dirección y puesta en escena es de Maximiliano de la Puente y Carolina Zaccagnini, la escenografía de Karina Claramunt y la iluminación, de Lorena Díaz Quiroga.

Se las recomiendo, sólo quedan algunas funciones en la sala del Konex.

Cuándo y dónde: Los jueves de noviembre a las 21 horas en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Entrada, 15 pesos.

Disponible en: http://www.buenosairesladob.com.ar/?p=313

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