sábado, 6 de octubre de 2007

De qué va la obra

Teatro-Estreno/ OCTUBRE de 2007

DIAGNÓSTICO: ROTULISMO

LA OBRA DE MAXIMILIANO DE LA PUENTE FUE LA GANADORA DEL PRIMER CONCURSO DE OBRAS TEATRALES PARA JÓVENES AUTORES KONEX-ARGENTORES. SE PRESENTARÁ EN OCHO ÚNICAS FUNCIONES EN LA “SALA D” DE LA CIUDAD CULTURAL KONEX, DURANTE LOS MESES DE OCTUBRE Y NOVIEMBRE. LA DIRECCIÓN Y PUESTA EN ESCENA ES DE CAROLINA ZACCAGNINI Y DEL PROPIO AUTOR. INTEGRAN EL ELENCO: CAROLINA ZACCAGNINI, GONZALO KUNCA Y MAXIMILIANO DE LA PUENTE.

Días y horarios de funciones: Jueves 11, 18, 25 de octubre; 1, 8, 15 , 22 y 29 de noviembre a las 21:00 horas.

Lugar: “Sala D”, Ciudad Cultural Konex: Sarmiento 3131 (Ciudad de Buenos Aires)

Entrada general: $15

Duración del espectáculo: 50 minutos.

Capacidad: 19 personas

Sobre la obra:

Un hombre joven consulta regularmente a Gladys, una fonoaudióloga mayor que él, una mujer muy atractiva, agradable y encantadora. Se insinúa entre ellos una relación de índole romántica, interrumpida súbitamente por la irrupción del antiguo paciente (y supuesto ex novio) de Gladys: Carlos, un plomero de la misma edad de la mujer, que viene para arreglar el baño del consultorio. Una enfermedad desconocida atraviesa la obra: tanto Carlos como Leo, el joven paciente, se ven obligados a visitar periódicamente el consultorio de Gladys, ya que ambos se encuentran afectados por un extraño, severo e incurable mal de origen lingüístico: el rotulismo. Cuando todo hace pensar que una inevitable tragedia se desencadenará sobre ellos, el trío se las arregla para disfrutar de una extraña cena en el consultorio de Gladys. Sus conflictos y tensiones logran resolverse en perfecta armonía, o al menos eso es lo que parece. La obra se construye así a partir de una estructura clara, identificable, perfectamente reconocible, y al mismo tiempo abierta, en la que si bien se narra una historia, no es necesario que todo se entienda. Una estructura en la que se busca generar una tensión intrínseca a cada escena.

FICHA TÉCNICA: Elenco: Carolina Zaccagnini, Gonzalo Kunca, Maximiliano de la Puente / Escenografía: Karina Claramunt / Iluminación: Lorena Díaz Quiroga / Dirección y puesta en escena: Maximiliano de la Puente - Carolina Zaccagnini

Blog de la obra: http://rotulismo.blogspot.com/

Sobre la escritura de la obra:

Una de las características que mayor preponderancia ha tenido en la escritura de la pieza, ha sido la elaboración de una impronta naturalista y extremadamente coloquial desde el propio texto dramático. En ese sentido, uno de los presupuestos fundamentales fue la generación de una ruptura de ese código naturalista partiendo de una situación de base verosímil, -una sesión de foniatría -, para llegar al disparate desde el naturalismo. Que el humor emerja como quiebre absurdo de ese código naturalista, que se estableció previamente y desde el comienzo mismo del material, como situación de base. El texto está atravesado por una estructura de comedia, donde el humor surge desde lo situacional, desde el interior mismo de las diversas situaciones que atraviesan los personajes. El equívoco y el malentendido asimilan esta obra a un dispositivo muy cercano al de la comedia de situaciones.

Sobre la actuación y la puesta en escena:

Uno de los puntos importantes que hemos trabajado en esta obra se vincula con la naturalidad y el hiperrealismo en la actuación que se pretende alcanzar en el espectáculo. Una poética de actuación que no busca exagerar absolutamente nada, que construye sentido a partir de los detalles. Se trata de que los actores impongan su impronta personal a los personajes. Esta naturalidad está íntimamente relacionada con el énfasis en lo cotidiano que el material posee: los conflictos que allí se presentan surgen desde la cotidianeidad, desde un lugar cercano, reconocible, mimético, identificable. Los personajes se encuentran inmersos siempre en situaciones cotidianas. Se trata de producir un efecto de extrañamiento a partir de acciones banales, datos, informaciones, hechos aparentemente insustanciales. Esto significa que lo cotidiano como simple hecho ficcional produce extrañamiento: a las cosas banales uno no les presta atención hasta que son vistas “desde afuera”. Entonces lo cotidiano se convierte en espectáculo.

La historia, en tanto recorrido sintagmático claro y lineal de todo relato, es dejada de lado en favor de las situaciones dramáticas, verdadero eje estructural de la escritura teatral. Este énfasis en lo situacional impone una propuesta estética vinculada con un registro documental de lo que sucede. Se trata de proponer un recorte sobre un continuo, sobre lo orgánico. Permanentemente los personajes intentan retener en vano lo cotidiano, que por supuesto se les escapa. Este registro cercano a lo documental contribuirá a captar lo vivo, cuya materia prima es lo situacional. La situación es algo que siempre sucede, que está presente en todo acontecer dramático, por más que nunca se hable de ella. No se la explicita desde el texto de la obra ni tampoco desde el hecho escénico, sino que funciona como “subtexto”: los personajes no hablan de lo que realmente les sucede, simplemente lo viven, lo padecen, son tomados por lo que les pasa, un mundo interno que los atraviesa y que se materializa en actos pequeños pero claramente perceptibles, “fugas” que dejan traslucir su verdadero estado emocional.

La ausencia de una sola línea argumental, las bifurcaciones del sentido que esto produce, y un extremo naturalismo, es decir, una atención significativa a los mecanismos situacionales que ocurren en la cotidianeidad, generan un mundo plagado de sutilezas que se construye a través de los detalles. Es posible pensar a esta pieza como a una obra de planos cercanos, de primeros planos cinematográficos, donde el énfasis estará puesto en los climas, en los gestos, las acciones mínimas, y en la expresividad de los rostros de los personajes, con el fin de comunicar aquellos conflictos que en la primera parte de la obra se encuentran latentes, casi velados, y que luego, hacia el final, se hallan súbita y brutalmente expuestos, originando el desenlace.

La ausencia de quiebre temporal en el espectáculo –teniendo en cuenta que hay una escena única- favorecerá la posibilidad de mostrar el arco de transformación de los estados emocionales de los personajes, sus “altas” y “bajas” en el devenir de los sucesos y acontecimientos, en la medida en que cada personaje es concebido como portador de contradicciones múltiples y variadas, como así también de pesares significativos. Personajes que padecen una profunda soledad, incapaces de mantener relación alguna entre sí. Seres encerrados en sí mismos, presos de sus propios temores, fóbicos al encuentro con el otro. En ese sentido, la obra se aleja de la estructura de comedia y acompaña el dolor silencioso de cada uno de los personajes, indaga en sus comportamientos y en sus emociones más íntimas, nunca dichas, siempre sugeridas. La pieza narra esa situación jamás explicitada, se detiene en gestos, actitudes, mínimos pliegues que revelan el dolor de esos personajes, y que se manifiesta a través de ese torrente de lenguaje que todo padecimiento silencioso oculta.

A lo largo del espectáculo, lo profesional se mezcla con lo personal permanentemente, de allí deviene el malentendido entre los personajes y las situaciones que remiten claramente a la comedia situacional de enredos: las esferas de lo público y lo privado se tornan borrosas, el vínculo entre la fonoaudióloga y sus dos pacientes va de lo profesional a lo amoroso sin escalas. Por eso, otro de los ejes conceptuales que trabajamos en la puesta estuvo dado por la generación de un entorno o ambiente profesional y laboral. Espacialmente, no sólo desde el mobiliario sino también en cada detalle o aspecto relacionado con el lugar en que se desarrolla la obra, hicimos hincapié en que los personajes se manejen siempre dentro de los códigos y las normas de comportamiento de una sesión de foniatría.

Uno de los criterios fundamentales de esta puesta en escena es el de proximidad: hay una acentuada cercanía entre el espectador y la escena, con el fin de que el público esté ubicado dentro del acotado consultorio de un ambiente en el que transcurre la obra. Buscamos de esta manera que el público participe de la incomodidad y el equívoco permanentes que al mismo tiempo generan y sufren estos personajes, y que esté atento al más mínimo detalle y al discurrir sutil de los actores en el devenir de la obra.

Esta obra es simple, pero esa simplicidad, esa naturalidad que se persigue tanto en la actuación como en los otros lenguajes que conforman la puesta, estará en choque con el propio acontecimiento teatral y su inercia codificadora. Para generar “realidad” es indispensable lograr “verosimilitud”, y para ello los detalles y las sutilezas son cruciales. Y es esa atención extrema a los detalles, que se desprenden de las situaciones cotidianas, la que da cuenta de la riqueza dramática de esta obra.

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